lunes, 14 de abril de 2014

Cómo identificar a las personas inteligentes

Las personas inteligentes siempre nos despiertan admiración.


Así como el deseo de cada día parecernos un poco más a ellas.

1. Si bien tienen un área puntual en la que se desenvuelven, ellos tienen gran interés en aprender acerca de diferentes temas o sectores de la industria. Se caracterizan por siempre tener la necesidad de adquirir nuevos conocimientos.

2. Las personas inteligentes tienen en claro cómo coordinar los asuntos del hogar, el trabajo y los intereses personales. Pero además, pueden comprometerse en un cien por ciento con lo que están haciendo en cada momento.

3. Siempre mantienen su actitud positiva a pesar de las circunstancias, e incluso no seden ante las situaciones negativas, sino que siempre están buscando posibles soluciones.

4. Muchas veces tienen en claro que son los más inteligentes dentro de una reunión; sin embargo, no pierden el tiempo intentando resaltar, sino que intentan que el resto de los presentes también puedan ser considerados como individuos con gran inteligencia.

5. Nunca utilizan sus capacidad para demostrar que son mejores que el resto, sino que sólo las utilizan cuando es realmente necesario.

martes, 27 de agosto de 2013

Niña de 11 años con más coeficiente intelectual que Albert Einstein y Stephen Hawking

Hecho sucedido en Moscú, 8 de agosto.

Una alumna de 11 años de la ciudad británica de Northampton, tiene un coeficiente / cociente intelectual de 162 puntos,lo que también quiere decir que supera el CI de Albert Einstein, Bill Gates y Stephen Hawking.

Cerys Cooksammy Parnel presentó pruebas en una asociación internacional de superdotados, entre cuyos miembros figura su padre, con 142 puntos. La niña quiso adelantarse a su progenitor " En coña ", sin pensar que lo podría superar en 20.

"No me lo podía creer, mi mamá tampoco ", dijo Cerys entrevistada por The Telegraph.


Confesó que no sostiene diálogos muy intelectuales con sus amigos. Le gustan cosas sencillas: la moda,una compañía alegre y buenas notas en el colegio.

Según su padre, Cerys es una chica normal, nada "rara", pero le gusta mucho leer. Aprendió a leer antes de ingresar en la escuela. Lo hacía tan bien que el maestro le pedía leer en voz alta ante otros alumnos que todavía no sabían hacerlo.

Las matemáticas es una de las disciplinas que más le gustan. La chica cree que de mayor podría trabajar en finanzas, probablemente encabezar el Banco de Inglaterra y hasta llegar a primera ministra.

domingo, 25 de agosto de 2013

Galileo Galilei y sus aportaciones a la astronomía


Antes de Galileo no existía la astronomía. Fue él quien aplicó a los cielos los métodos de la ciencia, quien se atrevió a mirar con un anteojo hacia las moradas de los dioses. Así descubrió lo que ningún ser humano había observado antes.

El 12 de marzo de 1610 se publicó en Venecia una revista monográfica de 58 páginas, con numerosas ilustraciones en xilografía, dedicada a contar las maravillas que durante aquel invierno Galileo había descubierto en los cielos. Como era usual en la época, la portada exhibía un largo titular: "Sidereus Nuncius Magna, longeque admirabilia..." Esta importante publicación se conoce universalmente por sus dos primeras palabras, cuya traducción más adecuada es "Noticia sideral", o noticia de las estrellas.

El texto completo de la página inicial del Sidereus Nuncius dice así: Noticia sideral que desvela visiones importantes y muy admirables y expone a los ojos de todos, pero especialmente de filósofos y astrónomos, las cosas que fueron observadas por Galileo Galilei, patricio florentino y matemático oficial de la Universidad de Padua, con la ayuda de un catalejo recientemente diseñado por él, sobre la faz de la Luna, innumerables estrellas fijas, la Vía Láctea y estrellas nebulosas. Pero especialmente sobre cuatro planetas que giran alrededor de la estrella de Júpiter con distintos intervalos y periodos a velocidad sorprendente; que, desconocidos por todos hasta este día, el autor descubrió recientemente y decidió llamar Estrellas Mediceas.


En 1609 Galileo contaba 45 años y vivía en Padua, dando clases en la universidad, regentando una pensión de estudiantes donde según ellos había "buena cama y buena mesa" y ocupando gran parte de su tiempo en temas de física experimental, astronomía y matemáticas. Cuando oyó hablar de un nuevo instrumento que permitía ver de cerca los objetos lejanos no esperó para construir uno. Su primer catalejo no tendría más que tres aumentos, pero pronto consiguió mejorarlo. Durante tres semanas observó con detalle nuestro satélite, y dejó al menos ocho dibujos de la primera gran sorpresa: ¡La Luna tenía montañas!

Aquel descubrimiento causaría un gran impacto. Todo el mundo creía, siguiendo a Aristóteles, que el Sol y la Luna eran perfectos, como corresponde a cuerpos celestes. Según la cosmología aristotélica, mientras las cosas de nuestro mundo estaban formadas por los cuatro elementos -Tierra, Agua, Aire, Fuego- y eran imperfectas y cambiantes, todo lo que había de la Luna para arriba estaba formado por un quinto elemento, el Éter o Quintaesencia, y era por naturaleza perfecto e inmutable. Sin embargo, la Luna que el telescopio desvelaba a los ojos de Galileo no era lisa y uniforme, sino igual que la Tierra, con valles y montañas. Las observaciones astronómicas se sucedieron de manera sistemática, descubriendo también, entre otras cosas, que el firmamento posee muchas más estrellas que las que se observan a simple vista y que la Vía Láctea es un conglomerado de innumerables estrellas.

El descubrimiento que Galileo consideró más importante se refiere a los satélites de Júpiter. La fecha, histórica para la ciencia, es la del 7 de enero de 1610. Aquel día, a primera hora de la noche, observó tres estrellas, pequeñas y brillantes, en las proximidades de Júpiter que no había contemplado con otros telescopios de menor potencia. Aunque pensó que serían estrellas fijas, le llamaron la atención por estar en línea recta. En días sucesivos observó, con gran admiración, que su posición variaba con respecto a Júpiter, es decir, que no eran estrellas fijas, sino errantes. Galileo hablaría del descubrimiento de "cuatro planetas" que giran alrededor de esa estrella con gran celeridad.


El ver que existían cosas en el cielo girando alrededor de Júpiter encajaba bien con las ideas de Copérnico, de que nosotros no somos el centro. Además, Galileo había visto la luz que la Tierra refleja sobre la Luna, y concluyó que brillaba, como los planetas. Esos descubrimientos, junto con otros que realizó aquel mismo año, servirían para convencerle de que el sistema heliocéntrico era una realidad. Galileo maduró aquella idea durante más de veinte años y, empeñado en su libertad intelectual, la defendería públicamente, lo que le valió el castigo de la Inquisición.

viernes, 23 de agosto de 2013

El fin del mundo llegará en el año 4006 según Leonardo Da Vinci

El fin del mundo llegará en el año 4006

Un estudio revela un supuesto código escondido en «La última cena», según el cual el genial creador preveía otro diluvio universal que terminará con el planeta el 1 de noviembre de 4006.

«La última cena», cuadro de Leonardo Da Vinci en el que supuestamente aparece un extraño código /ABC


El código Da Vinci existe, sólo que es diferente al best seller de Dan Brown. Así se desprende de un estudio realizado por la investigadora de los Archivos del Vaticano Sabrina Sforza Galitzia, del que se ha hecho eco hoy el periodico The Times. Esta especialista asegura que "La última cena" contiene un código escondido,basado en la astrología y las matemáticas, que por fin ha podido descifrar y que ponen de manifiesto sus predicciones acerca del fin del mundo.

El cómo y cuándo terminaría la humanidad se encuentra, bajo una fórmula cifrada, en el ventanal del centro del mural, justo encima de Jesús. En concreto, Da Vinci predijo que el 21 de marzo de 4006 comenzaría otro diluvio universal que acabaría con nuestra existencia definitivamente el 1 de noviembre del mismo año.

Esta investigadora también ha rastreado a lo largo y ancho de la obra del genio sus pensamientos y creencias acerca del fin del mundo. En este sentido, Sabrina Sforza apunta que, como se pone de manifiesto en el Apocalipsis, Da Vinci había visto que la historia de la humanidad conduce a "la suma de todas las cosas, el juicio final", y que en ello veía el comienzo de una nueva era.

Sabrina Sforza Galitzia afirma también que no es nada raro encontrar mensajes cifrados en sus creaciones, ya que, Da vinci vivía tiempos difíciles y de este modo los protegía de posibles daños.

La historia de Leonardo da Vinci


Se dice que siendo niño, Leonardo da Vinci buscaba ser obsequiado por su padre con objetos por los cuales manifestaba vivo interés. El problema era que el padre viajaba con relativa frecuencia y, cuando volvía al hogar, descubría que dicho interés había cambiado, que si al irse el niño tenía curiosidad por la vida y su funcionamiento, al regresar tenía en la mecánica la fuente de su curiosidad, o en los animales mitológicos o en la historia sacra. Así, aquello que el padre traía consigo libros, pequeñas máquinas, acaso especímenes disecados o un testimonio recogido en alguna taberna se revelaba si no inútil, al menos atrasado con respecto a la inquietudes de su hijo, siempre en movimiento, siempre en otra cosa.

La historia puede o no ser verdadera, pero sin duda es verosímil. Leonardo es el hombre renacentista por antonomasia una distinción que, paradójicamente, no es fácil otorgar pero al mismo tiempo parece incontrovertible, aquel en quien la curiosidad del humanismo se manifestó con mayor autenticidad y provecho.

Sin embargo, también es cierto que esta misma celebridad nos impide ver realmente la obra de Leonardo, tanto la consumada como la que solo proyectó. Sus pinturas y sus bocetos se han reproducido tantas veces, su genialidad ha sido tan publicitada, que pareciera ya nada puede sorprendernos cuando se habla del hombre.

Este proceso, sin embargo, no parece casual. Parte esencial del misterio es ocultarse en lo obvio y lo evidente, en esa especie de superficie profunda asequible solo a los iniciados en el conocimiento específico: “llamad y se os abrirá”.

Así, Leonardo y su obra son también objeto de una curiosidad que va más allá del humanismo en el sentido aséptico que este adquirió con los años. No olvidemos que el Renacimiento es la época inmediatamente posterior al llamado “oscurantismo” de la Edad Media, una forma más bien injusta de calificar todo un periodo del pensamiento europeo cuyo pecado, cuya falta, es no comulgar con los valores del racionalismo que imperaría a partir de los siglos siguientes. En este sentido, es obvio que la transición no fue límpida ni las nuevas maneras de pensar acabaron instantáneamente con prácticas heredadas del pasado y que, paralelamente, la figura de da Vinci connote cierta iluminación.

De ahí esa cualidad mistérica, oculta, que en ocasiones se ha atribuido a la obra de Leonardo, ligando parte de su genialidad a un sistema más amplio que toma la forma de una sociedad secreta, una comunidad poseedora de un conocimiento que entrega solo a los probos (como Newton y su pretendida relación con los rosacruces). Es cierto: Leonardo pintó La última cena, ¿pero esta sería la misma sin el cúmulo de significados que se agolpa ante el espectador con aparente inocencia?

Da Vinci, la gran imagen que tenemos de la genialidad omni-abarcante, que se extiende sobre todos los ámbitos con pinceladas luminosas, cautiva también por su método, hasta el punto de que históricamente se le ha atribuido cierta conexión con el misticismo. Sus técnicas para maximizar el intelecto, que hoy podrían ser parte de una revista de salud y de ciencia, en una época anterior parecen frutos de la preclaridad y del ocultismo. Una figura de su inmensidad siempre se recarga de un aura de misterio. Casi un superhéroe antes de la cultura pop.

Parte de las conexiones no del todo comprobadas, alimentadas por los bestsellers que existen en torno al genio de Leonardo, lo relacionan con dos hermandades: por un parte los misterios de Mitra y por otra el Priorato de Sion

De la primera, conocida como mitraísmo y considerada incluso una religión, sus orígenes se pierden en la Antigüedad mediterránea, pero si sobrevivió hasta la época de Leonardo fue por su amplia presencia entre la milicia romana y también por los muchos símbolos que lo hermanaron secretamente con el cristianismo. Los soldados de las legiones eran especialmente devotos de Mitra, una divinidad cuyo origen algunos sitúan en Asia Menor, concretamente entre el enigmático pueblo de los hititas, vencedores en un par de ocasiones de los ejércitos faraónicos, aunque igualmente otras fuentes la identifican con un dios védico de la luz.

Entre las varias características que distinguen al mitraísmo es que el culto se llevaba a cabo en cavernas naturales o construcciones que las imitaban. En cierta forma este era el vínculo con los grandes misterios de la antigüedad por ejemplo, los de Eleusis o los de Isis, los cuales comparten ese rasgo de sustraerse a la mirada del común, de llevar a los iniciados y los Maestros a un rincón apartado pero al mismo tiempo íntimo, donde confluyen esas potencias del mundo que rigen invisiblemente el universo.

Por otro lado, en los misterios de Mitra hay una base simbólica que permitió cierta mímesis con la nueva religión con pretensiones de hegemonía: el cristianismo. Como en esos trabajos artesanales de los pueblos conquistados donde bajo los rasgos de la nueva deidad se disimulan los de la antigua, así el mitraísmo pareció asimilarse con los seguidores de Jesús, gracias  a circunstancias como que ambos creían en un ser salvador, la transposición de la carne y la sangre de la víctima sacrificada en pan y vino o, como también en el caso de Isis y Horus, el nacimiento de un hombre del vientre de una virgen, su muerte y su posterior resurrección, además de otros quizá menos trascendentes (como la consagración del domingo como día dedicado al culto de la divinidad, o la de la principal festividad de esta el 25 de diciembre) pero igual de importantes en la práctica, al momento de asegurar el paso más o menos indemne del conocimiento custodiado al nuevo suelo donde florecerán sus perlas.

Por otro lado, en el caso del Priorato de Sion, se trata de una sociedad que también plantea un serio desafío a los límites de realidad y fantasía, de mentira y verdad, de posibilidad y hecho fáctico. Algunos sitúan su fundación en la década de 1950 en Francia, por Pierre Plantard, un dibujante que bosquejó la historia de la cofradía con supuestos fines lúdicos, sembrando la interrogante sobre la realidad de su existencia. ¿Pero no es una broma, una ficción, una de las mejores estrategias para ocultar una verdad y un asunto serio? “Con el anzuelo de la mentira pescarás la carpa de la verdad”, escribió Shakespeare en Hamlet. ¿”No ha existido nunca y no existirá”, como “La Lotería de Babilonia” de Borges?

Lo interesante del Priorato de Sion es que dentro del tejido de la mitología esotérica  se considera que una de sus principales misiones fue preservar el Santo Grial, el recipiente donde según la leyenda José de Arimatea recogió la sangre de Cristo. Solo que esto no debe tomarse en sentido literal, sino metafórico: el Santo Grial es, dentro de la simbología del Priorato de Sion, el vientre de una mujer, donde efectivamente se guardó la sangre del Salvador, que es otra forma de llamar a su descendencia. Según esta genealogía, la dinastía de los Merovingios, una de las 4 grandes y emblemáticas dinastías del trono de Francia (junto a los Carolingios, los Capeto y los Borbones) son herederos directos de Cristo, hijos después de varias generaciones de María Magdalena y Jesús, y por lo tanto del Rey David.

jueves, 22 de agosto de 2013

¿Albert Einstein era un mal estudiante?

Las afirmaciones de que Einstein era mal estudiante son falsas. Absolutamente todas.


Al contrario, Einstein sacaba buenas notas. Bien, no se conservan las notas en primaria del pequeño Albert, pero uno de sus profesores de secundaria recordaba que sacaba buenas notas en Latín, por ejemplo.

La idea de que Einstein era mal estudiante parece haber nacido de una confusión de uno de sus primeros biógrafos, al descubrir su etapa escolar en Aarau, Suiza. Cuando Einstein, en 1895, llevó a cabo el examen de acceso al Instituto Politécnico Federal de Zúrich, lo suspendió, en efecto. Pero aparentemente lo hizo porque el examen incluía una prueba en francés, idioma que Einsten no dominaba.

Al regresar al secundaria para preparar de nuevo el examen de acceso, Einstein sacaba notas de 1 y 2 sin embargo, en la escala de notas de aquel momento, 1 era la máxima nota, y 6 la mínima. Más tarde, se invirtió la escala de las notas, y Einsten empezó a obtener notas de 6 y 5.. siendo 6 la nota máxima.
Los biógrafos describían rutinariamente que Einstein repetía curso (en realidad lo hacía para preparar de nuevo el examen de acceso) y que sacaba notas que no pasaban del 2 o del 6 (cuando esas notas eran de las más altas).

miércoles, 21 de agosto de 2013

¿Quién era Isaac Newton?


Isaac Newton era un personaje decididamente raro, sumamente inteligente, pero solitario, triste, puntilloso hasta la paranoia, con fama de distraído cuentan que había veces que, al sacar los pies de la cama por la mañana, se quedaba allí sentado varias horas, inmovilizado por el súbito aluvión de ideas que se amontonaban en su mente y capaz de las excentricidades más fascinantes. Se construyó un laboratorio propio, el primero de Cambridge, pero luego se dedicó a los experimentos más estrambóticos. En cierta ocasión se insertó una aguja de jareta (una aguja larga de las que se usaban para coser cuero) en la cuenca ocular lo más cerca posible de la parte posterior del ojo y recorrió con ella el espacio “entre el ojo y el hueso”, sólo para ver qué pasaba. No pasó nada, milagrosamente… al menos nada perdurable. En otra ocasión, se quedó mirando al sol todo el tiempo que pudo soportarlo para determinar qué efectos tendría sobre la visión. Salió de ello de nuevo sin daño perdurable, aunque tuvo que pasar unos cuantos días en una habitación a oscuras para conseguir que los ojos se lo perdonaran.

Sin embargo, dejando a un lado estas ideas estrambóticas y estos rasgos extraños, poseía un talento superior, a pesar de que soliese demostrar una tendencia a lo peculiar incluso cuando trabajaba en asuntos convencionales. De estudiante, irritado por las limitaciones de las matemáticas convencionales, inventó un procedimiento completamente nuevo, el cálculo, pero después de inventarlo se pasó veintisiete años sin explicárselo a nadie.

Trabajó de forma parecida en óptica, transformando nuestra interpretación de la luz y sentando las bases de la ciencia de la espectroscopia; tardó también, en este caso, treinta años en decidirse a compartir los resultados de sus trabajos.


Pese a lo inteligente que era, la verdadera ciencia no ocupó más que una parte de sus intereses. La mitad de su vida de trabajo, como mínimo estuvo dedicada a la alquimia y a extravagantes objetivos religiosos. No se trataba de un simple juego, sino de una dedicación entusiasta. Era partidario secreto de una peligrosa secta herética llamada arrianismo, cuyo dogma principal era la creencia de que no había habido ninguna Santa Trinidad cosa un tanto irónica, dado que su college de Cambridge era el Trinity. Dedicó horas sin cuento a estudiar la planta del templo perdido del rey Salomón de Jerusalén él solo aprendió hebreo para poder estudiar mejor los textos originales, convencido de que ocultaba claves matemáticas sobre las fechas del segundo advenimiento de Cristo y del fin del mundo. No fue menos ferviente su apego a la alquimia. En 1936, el economista John Maynard Keynes compró un baúl de documentos de Newton en una subasta y descubrió con asombro que estaban mayoritariamente dedicados no a la óptica o a los movimientos de los planetas, sino a una búsqueda decidida de un método para convertir los metales de baja ley en metales preciosos. El análisis que se hizo de un cabello suyo, en la década de los setenta, puso al descubierto que contenía mercurio un elemento que interesaba mucho a los alquimistas, a los sombrereros y a los fabricantes de termómetros, pero a casi nadie más, en una concentración 40 veces superior al nivel normal. Así que no es de extrañar que le costase recordar las cosas al levantarse por la mañana...”